martes, 30 de octubre de 2018

Emociones.

Euforia. 
Una pregunta sin respuesta.
Dos personas en dudosas condiciones.
Tres chicos en el balcón.
Humo. 
Palabras inaudibles.
Música demasiado alta.
Miradas de ojos rojos.
Alcohol. 
Vasos desperdigados por el suelo.
Una media sonrisa sin dueño.
Risas en estéreo.
Murmullos.
Muchas almas sin sueños.
Extraños reencuentros.
El roce de una mano.
Ruido.
Una bolsita que pasa discreta.
Dos desconocidos levantados.
Paredes que se estremecen.
Vitoreos.
Cuerpos descontrolados.
Algo similar al amor.
Locura adolescente.
Sexo.
Calma tras la tormenta.
Vestigios del desastre.
Líquido en el suelo.
Silencio.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Sombras.

Son las diez de la mañana del 5 de enero y nuestra dulce chica, se despierta, ilusionada. Seis meses han pasado desde que comenzó su felicidad y hoy, lo celebraría con él, la supuesta causa de su sonrisa.
Se duchó, pasando suavemente la esponja por las heridas que ella misma se había hecho días atrás, su cara se inundó de preocupación ¿las notaría? ¿tendría que dar explicaciones esta vez? No lo creía, llevaba haciéndolo un par de meses y aún no las había percibido, así que, sacudió la cabeza y sonrió.
Ella ya no lo hacía porque algo fuese mal, simplemente era el estrés de bachillerato ¿no? seguro que era eso.
Una hora más tarde ya estaba lista y cogió los regalos para él. Hoy iba a ser especial, una bomba de baño para comenzar tranquilos, en la bañera, hablando y riendo. Después, algo más de acción, llevaba un picardías y un par de juguetitos, lo pasarían bien.
A las doce en punto, estaba llamando a su puerta, durante el viaje casi sintió que no debía ir, que no era buena idea, pero eran los nervios, nunca había pasado medio año con alguien sin cansarse antes. Mientras la puerta se abría, creía que su corazón se pararía pero no sucedió y más tarde desearía que lo hubiera hecho.
El agua sonaba al caer a la bañera y ellos se desnudaron mientras se llenaba, entre besos, caricias y sonrisas, hicieron el tiempo suficiente como para que la bañera casi rebosara. Entraron, intentando quedar frente a frente, para verse, para hablar, pero el espacio se lo impidió, así que ella, se dio la vuelta y se sentó entre sus piernas y comenzó a hablar, sobre las navidades, abriéndole el corazón y confesando que lo que a ella le esperaba en casa, no se podía llamar familia. Sus palabras fueron cortadas por un movimiento que ella no esperaba, la sorpresa inundó su rostro y su cuerpo se tensó. Una pregunta que se quedó en el aire. Un intento fallido de salir de la bañera. Un brazo alrededor de un cuerpo que no quería ser tocado. El silencio inundó la sala y sus uñas se clavaban en el borde de la bañera. Un sólo pensamiento, casi una súplica, resonaba en su cabeza "que acabe ya, por favor". Cuando termina, sale de la bañera, dejando una chica sin sonrisa, nerviosa y rígida.
Ella se levanta, decidida a seguir con el plan marcado. Era su novio, él nunca haría algo que pudiera hacerle daño.

viernes, 17 de noviembre de 2017

En el mundo de un nuevo Bukowski.

Yo era un desastre emocional cuando comenzaste a mostrar interés por mí, como tantos antes que tú habían hecho. Nos conocíamos de hace años, sabías mis debilidades y no dudaste en sacar provecho de ellas.
En nuestra primera cita, me llevaste a uno de los locales más conocidos de Madrid, a ese que sabías que siempre había querido ir. Me prometiste poesía y resultó en dos litronas y un banco, me preguntaste hasta el detalle más escabroso de mi última relación, sólo para despedirme con dos besos en la estación.

Tú, que te creías un nuevo Bukowski y no llegabas a Defreds. Tú, el "romántico empedernido" que me llevó a ver supuestas frases bonitas escritas en cubos de basura por Malasaña en un alarde de valentía. Tú, el intenso escritor que nació con el corazón roto y poemas bajo el brazo. Tú, al que nunca quise, ni tuve intención de querer.

Y es que, este no es uno de tus poemas, no conté cada uno de tus lunares, ni follamos hasta ser uno, ni desnudamos nuestras almas además de nuestros corazones y sobretodo, nunca estuvimos enamorados, ni tuvimos ganas de hacerlo.

Nuestros polvos ni siquiera llegaban a mediocres entre tus nervios y mis inseguridades, tus manos no despertaban fuego por donde pasaban y tus besos eran más bien torpes en medio de la maraña de pies y manos que creamos en tu cama. Pero a pesar de todo e incluso sin amarte, me hiciste sentir que podía amar, conseguiste que recuperara la confianza y creaste un espacio seguro, en el que conseguí sentirme a salvo.
A salvo después de un infierno con nombre y apellidos. A salvo por primera vez desde que perdí la noción de individualidad, desde que la palabra "amor" dejó de significar lo mismo, después de llantos en el tren porque mi palabra y mi decisión habían sido nuevamente ignoradas.

Dejaste de hablar y no me diste un motivo, nunca te lo eché en cara, porque ya sabes, ni siquiera me importaba. Tras meses, el reencuentro, tu actitud, fría y distante, casi como si fuera una criminal que hubiera cometido la peor de las fechorías. Como siempre, te excusé en el ambiente de trabajo pero poco a poco, comenzaron los rumores.

Yo ya no era la chica que se quedó contigo viendo series porque la primera vez se te hizo cuesta arriba, ya no era la que te entendía sin explicaciones porque no necesitaba que me recordaras que somos humanos, ni la que intentó que superaras los miedos que te causó no se qué chica. Ya sólo era "la chica que te habías follado", aunque eso no tuviera nada cierto.

Me distancié, no quería que lo único que me mantuvo a flote en su momento me hundiera cuando por fin estaba superándolo, pero aquí estamos, en ese momento en el que tú te das cuenta de que lo hiciste mal pero yo me convierto en la mala, esperando el final de una historia que nunca empezamos pero sí sabemos cómo termina.

jueves, 19 de octubre de 2017

Detalles.

Y quizá sea su sonrisa lo que consigue que todos mis miedos se esfumen, lo que hace que mi corazón baile a mil por hora. O quizá sean sus ojos los que hacen que los besos parezcan más dulces, que las caricias parezcan más tiernas. Quizá en su voz esté el secreto de mis más gratos despertares y de mis más espléndidas noches. Nunca lo llegaré a saber y tampoco sé si quiero saberlo, pero de algo estoy segura y es de que jamás olvidaré sus besos, ni sus caricias, ni mis más gratos despertares, ni mucho menos de mis más espléndidas noches. Puede que se canse de mi, que nunca nos volvamos a ver, puede incluso que deje de quererle, pero es no importa  porque todos esos momentos ya son parte de nosotros, son algo de lo que no podemos y espero que nunca queramos escapar y, es cierto que de todas las nubes se baja, que lo bueno no dura para siempre pero por eso estoy tratando de vivir el momento, de no preocuparme más que por quererle como es debido pero también es por eso que me encantaría detener el tiempo, congelar su imagen, sudorosa, estando sobre mi, haciendo que me crea lo bonita que dice que me ve o congelar su sonrisa bajo la ducha mientras nos besamos y es que no quiero perder nunca su cuerpo acostado junto al mio, ni las yemas de mis dedos, memorizando cada uno de sus lunares
Y es que sé que todo puede pasar, que nada es seguro, pero también sé que es lo más bonito que tengo y, que, ahora mismo, no lo cambiaría por nada del mundo.

martes, 30 de mayo de 2017

El tiempo pasa.

Han pasado dos días, ya no hay fotos tuyas en las redes sociales de la gente pero el dolor sigue presente. Nunca he visto el instituto tan unido como ayer, por fin el Dionisio ha hecho algo bien de verdad, lástima que sea porque nos faltas tú.
Hoy a los pasillos les faltaba algo, había niños que gritaban y reían en los rellanos pero no parecía que debieran estar ahí, no tuvieron la grandísima suerte de conocerte, profe.
Tus compañeros lucen demacrados, no creo que ninguno pueda dormir por algún tiempo, yo tampoco puedo, por eso estoy aquí, escribiendote.
Las velas se han apagado, consumidas; los carteles y las cartas se han arrugado y mojado, es una buena metáfora de nuestro ánimo.
Ha llegado tu sustituta pero estoy segura de que incluso ella sabe que no puede sustituirte, sólo hacer el que era tu trabajo.
Ay, ¡cómo adorabas tu trabajo! Las próximas generaciones del dionisio no sabrán lo que es amar y odiar a Kant, ni sabrán lo que es vivir a Nietzche, ni lo importante que es la realidad en Aristóteles de la misma manera que nosotros.
Estas paredes no volverán a oír tu voz bucólica y pastoril, qué decirte, estos viejos edificios que se caen a cachos, ya te echan de menos.

lunes, 29 de mayo de 2017

A mi mentor.

A Juanfran:
Es curioso como puede ser de cruel la vida, cada día que te veíamos, lo primero que oíamos era tu famoso "¡Hola, hola!" y hoy te escribo para decir adiós.
Aún no asumo que no te voy a volver a ver, que ya nunca podré enseñarte la -muy- buena nota que pienso sacar en selectividad, que no me vas a hablar más de Nietzsche, ni de feminismo, la que te di con el feminismo este año...
No me creo que te hayas ido, tú, el que un día se fue de clase porque no le hacíamos caso, el que lleva tatuado "el paraíso está aquí abajo" (o eso te hicieron creer), el que cuando nos veía desanimados, decía con humor que podíamos haber elegido susto pero hemos escogido bachillerato.
Pero te has ido, y lo has hecho como lo que eres, un maestro, enseñándonos que los sabios también se equivocan y es que no se ha oído ni un suspiro de alivio por no tenerte en clase hoy, ni han sido dos las lágrimas que se han derramado, sino las de un instituto que hoy ha perdido una parte de su alma.
Gracias por todo, y, ya sabes, aquí abajo no hay dolor, así que toca seguir adelante, pero no sin ti, porque mientras uno sólo de tus alumnos siga con vida, estarás aquí.
Esperemos que hayas vivido como Nietzsche decía, que Platón tuviera razón y que tú, en el mundo del lenguaje, sigas siendo, sin deber ser.

sábado, 11 de junio de 2016

Idiotas.

A lo mejor no me entiendes, o a lo mejor, no quieres entenderme, sólo trato de gritar en silencio que quiero que me dejes sola pero que no te vayas, te digo que alejes pero quiero que llores conmigo. Que bailemos mientras estamos abrazados y en silencio. Quiero besar tus labios sin dejar de mirarte a los ojos, quiero abrazarte hasta que no me queden fuerzas, quiero hacerte ver que todo va a salir bien. Sé que sólo los idiotas se enamorarían de ti, de tu mal carácter, de tu cara de borde, tus chistes malos, de los comentarios que no piensas, de las canciones que escuchas, de tu risa absurda, de tus momentos de bajón, de tus idas de olla y de tus ganas de desaparecer, sólo los idiotas harían lo que hago yo, sólo los idiotas caerían en lo bonita que es tu sonrisa, en lo bonitas que suenan las canciones a tu lado, en esa espontaneidad que te caracteriza, en ese lado tierno que escondes tras tu cara de "me importa una mierda", sólo los idiotas en esas noches en las que sólo te encuentras defectos, verían al ser humano más bonito, más real y humilde que jamás han visto. Sigo queriéndolo todo de ti, pero no me hagas demasiado caso, sólo los idiotas lo seguirían queriendo.