martes, 16 de diciembre de 2014

Wonderland.

Me acerco al espejo día tras día temiendo lo que veré reflejado, mis inexpertas palabras jamás podrán plasmar la mitad del asco que siento cada vez que miro en él, las lágrimas van cayendo y mi autoestima va con ellas. Trato de lavarme la cara lo mejor que puedo, con la respiración entrecortada y las manos temblando, no quiero salir fuera, nunca quiero, pero después anhelo el aire, desearía estar en un bosque, huir de la ciudad, huir de la gente. Completamente sola. Yo y los árboles, la hierba, los animalillos correteando, me dejaría caer y miraría al cielo, clamando un poco de paz para mi torturada alma, implorando a la muerte que me acompañe, rogando un poco de misericordia, extendería mis brazos hacia al cielo y gritaría con todas mis fuerzas. Me levantaría y huiría de algo que no existe, corriendo por los recovecos más perdidos de la naturaleza, buscando la salida a un laberinto imaginario, ¿Como saber qué es real en un mundo de mentiras? Miraría mi reflejo en un lago, aparecido de la nada y no vería nada más que una sombra negra porque en realidad nada es lo que parece y me lanzaría contra ella, pensando que es una broma pesada, en el tacto de la fría agua descubriría las respuestas a preguntas que nunca había planteado y comprendería cosas incomprensibles, y es que en un lugar dónde todo es posible, podrías ser algo que no imaginas siquiera que existe.

Desde el infierno.

Me han enseñado que en la vida no todo está escrito y que no hay porqué seguir los márgenes, que si quieres algo, con desearlo no basta, que hay que hacer todo lo que está en nuestra mano y lo que no, todo tiene un precio yo no sé si estoy dispuesta a pagarlo. No me quiero, ni a mi, ni a nadie exceptuando quizá mis padres. Tengo mucho cariño a algunas personas, pero no se puede llamar amor. Y sé que soy débil, que debería levantarme, debería luchar por lo que quiero, debería hacer algo pero no puedo. Ha llegado un momento en el que no veo nada en claro, no veo un futuro que compense todo esto, dicen que los adolescentes no tenemos motivos para estar mal, que nuestra vida es sencilla, que los problemas no son importantes, pero después afirman que todo va a mejorar. Me gustaría saber, qué es lo que va a mejorar. Si mis problemas van a desaparecer pero van a aparecer otros que "sí son importantes", no me merece la pena. No me merece la pena tragar esta mierda para respirar y volver a tragar más. No me merece la pena sentirme segura de mí misma si al segundo siguiente van a destruir todo lo que me rodea, no podría sobrevivir una vez más, todo el daño que me han hecho nadie lo merece y yo no lo acepto, creo que probablemente moriría en el intento. No quiero que nadie me diga como ser pero no sé ser como quiero. Me doy asco tanto por fuera como por dentro, no hay ser humano que sepa como me siento, aunque encontraré un sitio para descansar en el infierno.

No lo hagas, no te atrevas.

No me ames, yo no lo haré, sólo ven y besame, agarrame fuerte y dejame acariciar cada parte de tu cuerpo. No quiero que me quieras, sólo permíteme tumbarme a tu lado, observarte mientras duermes, posar mis labios en cada centímetro de tu cuello, aspirar tu aroma y esconderme en tu pecho. No te permitas enamorarte porque saldré huyendo, pero cogeré tu mano mientras caminamos hacia ningún lugar, sin rumbo fijo y con paso lento. No me cojas cariño que yo no lo siento, pasemos toda la noche despiertos, rogaré por perderme en tu cuerpo y miraré en tus ojos buscando algo que no encuentro porque ni siquiera yo sé que siento y no quiero herirte en el intento.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Los mil demonios.

Érase una chica con mil problemas y mil demonios.
Una chica sin consuelo, sin amigos. 
Todos los días, el mismo infierno, 
a cada minuto un insulto, a cada hora un golpe.
Ella se entretenía, cada día, 
observando desde su ventana al mismo chico,
un día sus miradas se cruzaron y se enamoró 
¡Único el día que se acercó! 
Día que a Dios agradeció ese rayo de esperanza,
en ese momento, el amor nació. 
Nunca se supo cómo pasó, 
ya no importaban los insultos, 
ni quién la golpeó, 
su mente ocupada, 
pensando en el dueño de su corazón. 
Al día siguiente, a un helado le invitó
y su primer beso dio, 
se estaban enamorando, 
o eso creyó, 
más tarde trató de llevarla a su casa 
y la chica no cedió, 
Originó una discusión. 
Él enfadado, se fue sin decir adiós. 
Ya en su habitación, 
al espejo se miró, 
no creía ser suficiente para el amor. 
A su lado, una navaja vio, 
y con ella, se castigó. 
En clase una manga se le subió, 
todas las burlas fueron a peor. 
Todo esto llegó a los oídos de su amor, 
éste, pensando que estaba loca, 
le abandonó. 
De nuevo frente al espejo, 
de nuevo lloró, 
de nuevo la navaja cogió, 
ni siquiera se despidió. 
Ya nadie ríe, 
lleva flores al cementerio su amor, 
y al lado de una tumba, 
un compañero dejó, 
una nota de disculpa, 
por un ángel que se perdió.